jueves, 9 de julio de 2020

#Maitino o cómo el amor siempre triunfa

La vida de la fanática de las series LGTBI es muy dura. Esto no es cosa nueva, pues siempre aparece alguna trama o historia de amor que hace que te emociones y que vivas, en mayor o menor grado, la continuidad de la historia en televisión. Aunque yo me considero un tanto dramática, no siempre había comentado con tanta expectación a una pareja de televisión. Mis épocas tuve con #Aurelia y con #Luimelia, que siempre tendrán un hueco excepcional en mi corazón. Pero, cuando apareció #Maitino, reconozco que no vi llegar con claridad lo que iba a suponer para mí... Y es que, como el amor verdadero, no se sabe cuándo comienza, pero sí sabes que ya no serás la misma. 

Camino besa a Maite en su regreso a Acacias / Pedro Valdezate
Como muchas otras veces, siempre que veo algún pequeño vídeo en Twitter (sí, ese sitio donde se suben extractos de la trama y que terminan por propiciar la visibilidad de los fandoms en otros países), generalmente subido por SeInterpone (el barrio entero pa' ti por tu trabajo), me digo a mí misma: Esther, no caigas. Y es que es muy duro seguir estas tramas porque siempre tienen finales (o desarrollos) grotescos. Pero, aunque tú te propones no engancharte, lo haces, y ¿por qué? Porque estamos faltas de referentes. De historias de calidad que nos representen (Luimelia como excepción que está en progreso). De buenas tramas que nos hagan identificarnos, pensar que todavía podemos tener un final feliz. Que no vamos a ser la lesbiana muerta, la lesbiana en un psiquiátrico, la lesbiana con electroshocks o la lesbiana casada con un señor... Y entonces, comienzas a visualizar, con recelo, claro, pero empiezas.

Así empezó mi historia con #Maitino. De un vídeo de la nada, de un momento puntual con un hashtag que me hizo gracia porque era el mismo que el de una pedanía de mi ciudad, pero al ver a dos mujeres comiéndose los morros, me di cuenta de que poco tenía que ver con nuestras palmeras. Entonces, cuando la semilla está ahí, te percatas de que estás en Acacias y piensas: uy, uy. Serie de época. Mehhhh, errorVa a acabar muy mal. Pero lo ves igual porque empiezan a engancharte con diálogos potentes, actuaciones maravillosas y con planos y secuencias que te hacen levitar. La historia se cuece a fuego lento y mientras tú estás en plena ebullición mental, ellas van creando una historia que te hace querer ver qué va a pasar. 

Y llega lo que llamaremos las fases del enamoramiento: contacto, búsqueda, revisión y aceptación. En la primera fase, la del contacto, empieza a verse un poco de la historia. Tiene algo, no sabes el qué pero la miras con ojos distintos. Como si, después de un sinfín de experiencias amorosas con ships LGTBI, éste fuera a ser diferente. Poco a poco te crea lo que se llama el hype y, por tanto, la necesidad de buscar... Y empiezas a indigar en el principio de la trama, pero también en las actrices, en cómo se metieron en este berenjenal... Y empiezas a desarrollar una empatía y una sensación de complicidad con quienes no has podido siquiera interactuar... Para entonces, te das cuenta de que no estás sola. Porque a tu alrededor empieza a ver un pequeño séquito/ejército de seguidorxs igual de locxs que tú. Y ahí es cuando empiezas a revisionar los vídeos más veces que las que bebes agua durante el día. Si sucede eso, entonces es cuando comprendes que tienes un serio problema... La semilla del amor ha entrado en ti y no te queda más que aceptarlo de buen grado y llevarlo como buenamente puedas. 

Primero eran los vídeos cortos, luego te sientas a ver el capítulo entero solo para asegurarte de que no te pierdes cualquier detalle. Pero es que, más tarde, empiezas a comentarlo por Twitter y, mientras tú estás disfrutando de una historia de amor ficticia, te vas encariñando con ese pequeño fandom lleno de personas maravillosas que, sin darte cuenta, te cambiarán la vida. De él no sólo saco a las personas que me han acompañado durante el confinamiento y que me han propiciado unas de las experiencias más alucinantes de mi vida, sino AMIGAS que tendré para el futuro y a las que espero poder abrazar algún día mientras revisionamos Maitino con varias jarras de cervezas tintos de verano en la mano. Las que me han sostenido durante los momentos más duros, las que dibujan, las que hacen gifs, las que mandan vídeos o las que crean historias de la nada. Vosotras sabéis quiénes sois, sabéis que siempre vais a ser parte de mí, vayamos donde vayamos, y que esta vida Maitiner no hubiera sido lo mismo sin vosotras a mi lado.

Por si fuera poco, mientras todo esto va gestándose, a mí, que tengo la mente muy dispersa y siempre anda entre movidas de escribir, empieza a pasárseme por la cabeza la idea de crear un fanfic... Y cuando empiezo a escribirlo, me doy cuenta de que todo es más serio de lo que pensaba, pues no sólo me lleva a poder soltar todo el lastre emocional que llevaba, sino que me pone en el camino a muchísima gente que me transmite la fuerza y la energía necesarias para que no deje de crear. Y lo que empieza con un "Cállate", sigue, sin darme cuenta, con un fanfic más... "Cuestión de tiempo", supongo.

Y en toda esa vorágine de creación e interacción, hay varios culpables que son muy importantes: la comunidad, las actrices, el equipo y la CM. Los cuatro pilares que sustentan esta historia en perfecta comunión. La comunidad, las #Maitiners, empieza a crecer a lo largo del mundo, espoleada por la historia, por el buen hacer y por la calidad interpretativa de unas actrices que me faltaría blog para hablar de ellas, pero lo haré más adelante. Ellas dos son la cara visible de la historia y no hay pero alguno que se les pueda reprochar, pues de ellas se desprende tanto amor, verdad y talento que no podemos más que dar las gracias por haber sido elegidas para dar vida a Maitino. Luego está el equipo de la serie en general, que se han desvivido por interactuar con nosotrxs día a día, con mensajes, con contenido, comentando los capítulos. Desde Pedro Valdezate, quien con sus obras de arte nos mantiene el amor hasta el final, hasta todos los actores que en algún momento han aportado su granito de arena al fandom, con mención especial a Jona, que ha demostrado ser un Maitiner como el que más. Cristina, Marita, Gurutze, Susana, Aroa, Jose, Cisco, Olga... Todos han tenido un papel fundamental. 

Pero la labor más dura, la que más cabe destacar, es la de quien está siempre en la vanguardia de la batalla. Y esa es, sin duda alguna la CM de Acacias. Porque, a pesar de los bombardeos continuos (inserte gif del muñeco amarillo recibiendo a diestro y siniestro), ha sabido aguantar el tipo hasta en las más oscuras épocas de Maitino. Y no sólo hablo de subir vídeos o comentar ciertas escenas, sino con su manera de crear comunidad, de integrarse con el fandom y, sobre todo, de intentar que no decayeran los ánimos. Por eso, muchxs de nosotrxs somos #FandelaCMdeAcacias y tú también tendrás un hueco especial en nuestros corazones.

Ylenia Baglietto (Maite) y Aria Bedmar (Camino) en Acacias / Pedro Valdezate

Por último, no me quiero olvidar de la parte principal de esta historia: ELLAS. Ylenia Baglietto y Aria Bedmar han sido, son y serán Maitino. Pero es que no me imagino a nadie mejor que ellas para darles vida. Lo que ni ellas imaginaron que podía suceder en cuanto Aria propuso que Camino fuera lesbiana, no sólo les ha dado un puesto de trabajo, sino que, con seguridad, les ha otorgado una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras de sus carreras. Al igual que, puedo asegurar, que nosotrxs no seríamos lxs mismxs sin ellas. Infinitas gracias no sólo por darles vida a estos dos personajes, sino por hacer todavía más maravilloso el camino y el recorrido de la historia. Por sacar tiempo de la nada para contestar al fandom, para leer comentarios y compartir nuestras historias. Y a mí, principalmente, gracias por abrirme las puertas de vuestro hogar durante la cuarentena para hacer con vosotras los directos, porque puedo decir, aunque sea repetirme, que han sido las experiencias más increíbles que he podido vivir como periodista y como fan. GRACIAS por ser vosotras, por mirar (y miraros) como lo hacéis, por emocionaros como lo hacéis. Jamás habéis tenido una palabra negativa para nosotrxs ni aun cuando tal vez podíamos habérnosla merecido. Sabemos que no sois perfectas, que es normal que a veces la frustración nos haya hecho sobrepasar ciertas líneas y dar por sentadas ciertas cosas, pero os aseguro, os aseguramos, que la gran mayoría de este fandom os estará eternamente agradecidx.

El lazo Maitiner no sólo sera una unión entre nosotrxs, los que hemos seguido (y seguiremos) con la historia, sino también con todos y cada uno de los que han hecho posible este desarrollo. Hemos pasado momentos duros, tramas complicadas y, a veces, muy difíciles de justificar y mantener. Que tire la primera piedra el que nunca se sintió desfallecer, pues aseguro que ha sido muy duro mantenernos en pie. Cuatro meses, Covid-19 mediante, de distancia entre ellas para que finalmente se reunieran y, en unos pocos días, pusieran rumbo a París. 

No voy a juzgar si esto es exactamente lo que esperábamos o no, porque soy consciente de que nos hubiera encantado tenerlas para siempre en antena. Porque no queremos desprendernos de esta historia, de lo que nos hace sentir, de la sensación de plenitud cuando las vemos actuar, mirarse o siquiera sonreírse. Pero también soy consciente de que un final prolongado e inconveniente en Acacias nos hubiera dejado un gusto todavía más amargo. 

A veces una retirada a tiempo es una victoria y yo quiero pensar que esto no es un adiós, sino un hasta pronto. Cuando Maite se despidió de Camino en el puente, le dijo que la esperaría en esta vida o en la siguiente. Pues pensemos que ahora llega el turno de la siguiente, con ellas en París, con el #PodcastMaitino, en el que podremos continuar teniéndolas de una forma u otra. 

Intento no estar triste, obviar que no las veré más. Que no tendré el talento y la dulzura de Aria en pantalla, su poderío, sus microgestos por segundo que transmiten como un huracán que se lo lleva todo a su paso. Tampoco tendré a Ylenia, quien se ha convertido en mi mayor descubrimiento, y, por qué no decirlo, en mi profunda debilidad. Su talento, su mirada y su sonrisa son capaces de derribar las más oscuras y profundas críticas. No necesito que nadie venga a decirme más, pues, ellas iluminan mi mundo y cuando desaparecen se apaga. 

Así que, alegrémonos porque, aunque haya sido breve, como dijo Maite: el amor siempre triunfa. Y, aunque ya no podamos verlas en Acacias, afortunadamente, Maitino perdurará en nuestras memorias para siempre. 




jueves, 15 de diciembre de 2016

#Aurelia: El amor en los tiempos del cólera

No, no me ha dado ahora por parafrasear a grandes escritores. No, no voy a hacer un resumen o una crítica literaria sobre el libro de García Márquez. Simplemente me vuelvo a ver en la necesidad de recurrir a este blog para intentar mostrar mi opinión sobre cómo se puede trastocar una gran historia de ficción.

Hace unos meses escribía una entrada sobre el fenómeno #Aurelia y su repercusión en las redes sociales. Si bien entonces ponía por las nubes el acierto que había tenido Bambú Producciones y TVE a la hora de escoger una trama como ésta para una serie de época como es Seis Hermanas, ahora tengo que retirarle el mérito por los derroteros a los que la están llevando.

Antes de nada y sin ánimos de parecer demagoga, quiero aclarar que entiendo perfectamente que es una serie de televisión y que comprendo que los actores no tienen nada que ver en los caminos que guionistas, productores y demás encargados de las tramas deciden tomar. Pero lo que estamos presenciando desde hace unos meses con respecto a esta serie de televisión es totalmente incomprensible si miramos al pasado y analizamos los inicios.

En primer lugar, no puedo quedarme con ningún personaje de los que comenzaron. Y cuando digo quedarme me refiero a tenerle cierta simpatía. Bueno, miento, a Celia Silva se lo perdono todo (y Aurora Alarcón también), pero analizando desde fuera el resto del elenco, ninguno puede andar con la cabeza bien alta. Y eso que cuando comenzó la serie sentía predilección por Diana y Adela, pero es que hasta a ellas se las han cargado. El que no ha sido infiel, ha robado. El que no ha matado, ha engañado y se ha beneficiado. Las hermanas cada vez están más desunidas, apenas podemos verlas juntas y cuando las vemos, están discutiendo o hablando de nimiedades que nada tienen que ver con la fortaleza que, presumiblemente, tenían al principio. Los secundarios no se libran tampoco. Carlos se ha desdibujado, Raimundo ha caído en los malos hábitos, Rosalía ha perdido peso en la trama, Gabriel parece haberse convertido en protagonista (y eso que desde el principio me pareció el más prescindible), a Enrique se lo han cargado y Antonia está incompleta sin él... Y así podría estar hasta que se me acabaran las teclas. Pero para el colmo de males, la trama que más había conseguido captar mi atención se ha vuelto un esperpento por momentos. Ahora es cuando comenzamos lo interesante.

Celia cuida de Aurora en el hospital. Cultura en Serie
Una trama lésbica siempre es arriesgada, más aún cuando se te ocurre ambientarla en 1913 y la emites en la cadena pública con un gobierno de derechas. Entonces eres un crack del riesgo. Si coges a las chicas en cuestión y las dotas de una personalidad feminista y revolucionaria, además de otorgarles la bondad y la generosidad que las caracteriza, tienes un cóctel seguro para encandilar a la gente. Bien. Haces un personaje maravilloso como Celia, el cual piensas que jamás podrá estar con alguien tan increíble como ella y vas y te inventas una Aurora que, no sólo ilumina su penumbra después del revolcón Petrelia, sino que además le da una bocanada de aire fresco y le quita pudores. Las haces sufragistas, las haces luchadoras, las haces adorables y, claro, consigues que centenares de seguidores creen un batallón que iría hasta el fin del mundo comentando sus aventuras. Correcto. 

Y entonces llega un día y decides que les vas a quitar el buen rollo y coges a Aurora y se te ocurre inventarle una deuda familiar para que se escape a Cáceres y se case por obligación. Errorrrrrr. Bueno, no pasa nada, era lo que se estilaba en 1913. Lo entiendes, no protestas y sabes que es una trama difícil para Celia, pero guardas la esperanza.

Pasan dos meses arduos que te parecen años de lo que ves sufrir a Celia. Y finalmente vuelve, casada (y embarazada, toma ya) y supuestamente hetero. Vale, piensas de nuevo, está fingiendo, no se puede cambiar un sentimiento. Y lo aceptas porque ves ese brillo que te dice "tranqui, nena, esto va a cambiar". Y cambia, vuelves a ilusionarte, las ves felices y tú eres feliz. Entonces decides enrevesarlo más y haces aparecer al marido... Ok, no pasa nada, es cierto, en 1913 tienen la obligación de estar con su marido. Te inventas un follón de trama y, de la nada, la vuelves a hacer desaparecer, creando, en consecuencia, la desesperación de los aureliers... Vuelves a venirte abajo, pero recuerdas que si se fue una vez, volverá otra.

Y aquí es ya cuando empieza un poco el desastre. Aparece Velasco, un personaje que, en mi opinión surgió por si acaso y que se ha quedado ahí dando más coñazo que alegrías. Celia se encariña con él y se hacen super amiguis, hasta el punto que se confiesan sus condiciones sexuales. ¡Qué chachi! Así no se van a liar... Como es gay. Y entonces suspiras aliviada, aunque Aurora sigue sin aparecer... Y al tiempo, ocurre lo mejor, lo que llevabas esperando... Aurora is back. Y lo celebras como si te hubiera tocado el Gordo. Y te enteras de que Clemente está encerrado (ya te ha tocado la Euromillones) y piensas que al fin serán felices...

Pero de pronto surge la amistad con Marina y la unión mística de Celia y Velasco se intensifica. Te toca la moral, porque discuten más que se quieren, apenas se dan arrumacos y siempre están los superamigos en sus temas de conversaciones... La trama empieza a decaer, ya no hay rastro de sufragismo, ya apenas ves a Celia en clase, cosa curiosa teniendo en cuenta que es maestra y no detective, gracias. Aurora, en cambio, se convierte en adorabilidad en el hospital y sigues medio consolándote con la idea de que, al menos, están juntas y duermen en esa mini cama de Arganzuela.

Y entonces, para más Inri y por si echábamos de menos el tema Velasco, deciden casar a Celia con él. What? Vale, piensas, en 1914 (sí, ya ha pasado un año entre lío y lío), a veces se hacían matrimonios de conveniencia para tapar las condiciones sexuales. Pero ya te mosquea que la damnificada sea siempre Aurora y que Celia no repare en su dolor... Y cuando ya pensabas que te veías llamando a Celia señora de Velasco, parece que le llega el riego a quien le tiene que llegar y dan marcha atrás.

Vuelves a ver escenas cuquis y compruebas que Velasco sigue sin anillo de casado. Sonríes aliviada, pero vuelven los líos... Las pillan. Qué raro, ¿no? Si es que las cortinas son muy necesarias en esa casa y más si no quieren salir en periódicos. Las nenas deciden huir. Lo entiendo, son muchas las cosas que han pasado y piensan que en Argentina podrán vivir tranquilas lejos de miradas indiscretas. Errrrrrrrooooor de nuevo.

Y aquí es ya cuando piensas: que no, que no pueden meter la pata más, que las dejarán tranquilas... Será como Pepa y Silvia, ah no, que ahí muere una. Entonces será como Cristina e Isabel... Ah no, que ahí muere otra. Bueno, pues será como Ana y Teresa... Ah perdona, que ahí al final mueren las dos... Y ya empiezas a sudar porque tus temores se cumplen. Pasa un año y resulta que vuelven de Argentina porque Aurora ha contraído el cólera. Toma ya. Y claro, como en España la Sanidad está tan avanzada... pues deciden volver. Pero es que no contentos con ver a la pobre mujer sufrir, tenemos que hacerle creer que está así por haber elegido la decisión de ser feliz y vivir su amor con tranquilidad lejos de las miradas inquisitivas de la gente que las juzgó.

Y ahora me pregunto yo: ¿Qué mensaje pretendemos dar con esto? Puede que el final de Aurora no esté escrito y que finalmente no sea tan trágico como parece que va a ser, pero lo que están dando a entender con esta serie no está siendo precisamente un ejemplo a seguir. Por un lado tenemos a dos personajes luchadores, que se aman, que no han sido nunca infieles la una a la otra, que siempre han estado apoyándose, que son un ejemplo de cómo superar los obstáculos y que, además, otorgan visibilidad al colectivo LGTB y vamos y nos los cargamos. Y luego están personajes como, por ejemplo Salvador y Diana, que han tenido mil follones, que él ha sido infiel, que ella lo ha dejado de lado una y otra vez por la fábrica, que sí, se aman todo lo que tú quieras, pero siempre están a la greña... y les dejamos juntitos y con su prole. Maravilloso.

Sinceramente, hace tiempo venía observando que la serie estaba cayendo en audiencia y me resistía a creer que podía perderse de tal manera, pero es obvio que los guionistas no han sabido aprovechar el producto que tenían. El fiel reflejo de esta teoría es el tratamiento que le están dando a la trama Aurelia, que cada día se parece menos a lo que comenzó siendo. 

Por lo pronto, he decidido plantarme y me niego a ver el final de un personaje como el de Aurora, alguien por el que sentía una gran admiración solamente ampliable a la actriz que la interpreta (Luz, te queremos). Voy a coger YouTube y voy a empezar a ver en bucle los inicios de esta historia. Unos inicios en el que la esencia de estos personajes estaba intacta: las miradas hablaban, las sonrisas llenaban y solo con unos gestos podías estar viviendo feliz todo el día. Me voy allá donde el cólera sigue en Argentina y donde el amor sigue siendo puro.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Siempre...

Una persona nunca está preparada para despedirse de un ser querido. Suena pretencioso decirlo pero yo no estaba preparada para hacerlo contigo. Y, pensándolo esta noche, en la que ya no estás conmigo, siento que nos habías malacostumbrado como buena abuela que eres.
Sí, nos malacostumbraste a no pensar que algún día llegaría tu partida, a pensar que nunca nos dejarías. Te veíamos cada año, fuerte, vital, sonriente y llena de vida, sin mayor enfermedad que un poco de colesterol y con toda la energía del mundo. No estábamos preparados para un adiós tan rápido…
Tengo que decirte que no sólo nos has malacostumbrado, también nos has malcriado, a tu manera. Con tus cuidados, con tus besos de abuela, esos que retumban en las mejillas, pero también en los oídos. Nos malcriaste con tus canciones, con tus “¡Guap@!”, aunque para mí dijeras siempre “bueno, guapa no, pero es graciosa”. Hasta en eso había que quererte. Nos malcriaste con tus achuchones, con tus ocurrencias que compartíamos con todos y que a todos encantaban.
Te hiciste querer por propios y extraños, ya que siempre tenías una palabra amable para aquel que pasara por tu puerta. Hasta el más enfadado se iba con una sonrisa después de que le dedicaras alguna de tus frases. Por eso sé que te recordarán todos con cariño. Y es que no había persona en el barrio que no se quedara maravillada con tu bondad y con tu agilidad para, con tus 80 y pico buenos años, barrer y fregar la calle como si tuvieras 20. Ahora miro a esa esquina y la siento más vacía y triste sin ti, aunque ya hacía tiempo que te echaba de menos, cuando el peso de los años iba cayendo sobre tu espalda…
También tenemos tantas cosas que agradecerte… Aún en mi mente se agolpan los recuerdos de aquellas tardes que pasabas en la Avenida detrás de mí intentando hacerme engullir aquellos bocadillos de atún con tomate. “Res, que esta xiqueta no menja res”, decías. A la postre he conseguido llevarte la contraria y has conseguido que coma, bastante además. No dejo de pensar en las tardes que pasábamos en tu casa, en las canciones que me cantabas mientras me acurrucabas en tu regazo y conseguías que aquella polvorilla de niña se tranquilizara. Esas cosas hacían que no quisiera hacerme mayor… Aun así, hasta el final me las cantaste todas. Solamente lamento no haberte grabado nunca cantándolas y llevármelas conmigo. También recuerdo tus oraciones, tus Caminito de Belén de los viernes, tus “cuando tengas novio me lo presentas”, tus intentos de emparejarme con Juli, tus tortillas radioactivas (espectaculares igualmente), tus “uuuuuh, està maciça”, mientras me cogías del muslo, tus “donde vaya uno, vamos todos”…
Pues sí, Paquita, donde has ido tú hemos ido todos. Porque tú has sido y serás el pegamento de esta familia, el alma y el guía… Y ahora que ya no estás con nosotros, todos nos sentimos un poco más vacíos. Pero si hay algo que nos hace mitigar un poco el dolor de la pérdida es que hasta el último de los días has hecho lo que más querías. Has salido a comer con tu familia, has podido disfrutar de tus nietos y de tus bisnietos, has sonreído en todo momento a una vida que yo considero que ha sido bastante plena. Y aunque tu partida había sido casi anunciada en las últimas semanas, no queríamos dejarte marchar… Solo hasta que, desolados, comprendimos que el adiós era mejor que el sufrimiento.
Así que, aunque me cueste, intento no estar lo triste que pensé que podría estar. Porque sé que, técnicamente, soy afortunada de haber podido disfrutar de la mejor abuela del mundo. De la mujer que se ha desvivido por criarme, por hacerme mejor persona (siempre decías: “cariño, haz el bien y no mires a quién”), de aquella que se subió a dos cercanías, un tren, un metro para estar en cuatro ciudades distintas el día de mi graduación. La que se emocionó conmigo, la que ha estado en todos los momentos importantes de mi vida. También soy lo que soy gracias a ti. Y, por otro lado, también sonrío porque ya estás con tu marido, del que siempre decías que estaría diciendo “esta no ve encara, estarà dient ‘on s’ha ficat esta dona?”. Aquí vamos a estar pensándote siempre y, de cierto modo, nunca dejarás de estar con nosotros.
Mil gracias por ser mi abuela. Gracias infinitas por ser la mejor abuela del mundo, con tu carácter, pero la mejor que hemos podido tener. Y, sobre todo, gracias por todo lo que hemos vivido contigo. Siempre estarás a mi lado de alguna manera y espero que, estés donde estés, te sientas orgullosa de mí, porque he intentado aprender todo lo que he podido de ti. 
Y aquí termino esta carta que necesitaba escribir, una carta que no leerás nunca, pero que me sirve para, de alguna manera, dejarte marchar... Porque sé que no te hubiera gustado vernos pasarlo mal, porque sé que ha llegado el momento de mirar para adelante y recordarte con alegría, como tú eras... Quiero que sepas que nunca te olvidaré, güeli, bueno, creo que ya lo sabes. Y que, de alguna forma, siempre estarás en mí. Siempre.

viernes, 19 de febrero de 2016

#Aurelia: "Bendita locura que nos hace felices"

No soy muy dada a hacer este tipo de artículos sobre programas o series. Tal vez sea porque cada vez veo menos la televisión “en directo” o quizá porque la oferta actual no consigue llamar mi atención demasiado. Pero hace unos meses descubrí que mi supuesto escepticismo podía tener también sus excepciones y que existen joyas televisivas que deben ser contempladas y valoradas con cariño.

Imagen promocional de Seis Hermanas - RTVE
“Seis Hermanas” comenzó su andadura diaria en TVE hace más de 200 capítulos. Bajo el manto de un reparto de renombre y amparada en el prestigio que supone ser una ficción de Bambú Producciones, la serie de época no reparó en promoción para llegar al gran público. Cierto es que la franja horaria, la sobremesa, y el tinte de época de la serie no invitaban a la novedad y el riesgo. Pero la trama sí conseguía centrar la atención: mujeres fuertes navegando a contracorriente tras la muerte de su padre e intentando sobrevivir en un mundo de hombres allá por principios del siglo XX. El elenco era parte fundamental de su atractivo, y es que con nombres tan prestigiosos como Vicky Peña, Joaquín Climent, Juan Ribó o Kiti Mánver, y también con otros con tanto potencial como Marta Larralde, Álex Andróver o Celia Freijeiro, el éxito no podía escaparse. Pero, incomprensiblemente, la historia no conseguía enganchar a la audiencia con tanta contundencia como su predecesora en la parrilla diaria, "Acacias 38", que, a pesar de contar con menos presupuesto y, objetivamente, con una trama más floja, había logrado mejores cuotas de pantalla.

Un diamante llamado Celia Silva

Analizando la serie, algo por lo que se caracteriza “Seis Hermanas” es por la fortaleza de sus personajes femeninos. A Bambú Producciones no le es ajeno tampoco eso de dotar a sus mujeres de todo el peso de la trama de la historia y con esta serie no iba a ser menos. Todas y cada una de las hermanas Silva han demostrado o demuestran continuamente que no están dispuestas a que gobiernen sus vidas, algo muy transgresor teniendo en cuenta la época de la que hablamos. Pero, si debemos detenernos en alguno de los personajes, sin lugar a dudas, debería ser en Celia Silva, ya que, observando su trayectoria con detenimiento, es la que más ha evolucionado a lo largo de la historia.

Candela Serrat como Celia Silva - RTVE
Interpretado por la relativamente desconocida para el gran público Candela Serrat, Celia es la joya que todo guionista querría tener en su serie. Posee tantos matices que es capaz de mostrarse fuerte y vulnerable al mismo tiempo –no hablemos de la interpretación de Serrat, que necesitaría otro artículo para hacerle justicia. Celia ha pasado de ser una jovencita temerosa a llegar a cumplir su sueño de ser maestra. Comenzó con miedos y soportando las peores calamidades por su forma de ser y ha llegado a convertirse en una mujer segura de sus sentimientos y capaz de lograr todo lo que se propone. Y es que los guionistas se la han jugado bien con ella: primero por su deseo de querer estudiar, después por su condición sexual y por último con su interés por el sufragismo femenino. Todo un pack que hace que Celia Silva sea la perita en dulce de aquellas que buscan luchar por lo que quieren.

Pero si Celia ha evolucionado tanto, también es porque ha jugado un papel muy importante la llegada de Luz Valdenebro a esta ficción, ya que su personaje Aurora (seguimos desconociendo su apellido), ha dotado al de Candela Serrat de una inusitada fuerza, sumergiéndola en el mundo del sufragismo y ayudándola a sobreponerse de las acusaciones de enfermedad por su lesbianismo. Las actuaciones que ambas nos han brindado en la pequeña pantalla han hecho que muchas personas se hayan sentido identificadas y crearan un movimiento en Twitter que no solamente está destinado a comentar la serie, sino a realizar amistades independientemente de su procedencia geográfica. Los vídeos de ambas han sido traducidos a varios idiomas y se han creado historias paralelas para el disfrute de los seguidores. Toda una revolución cibernética que ha llegado hasta las mismísimas protagonistas, quienes interactúan con los seguidores a través de Twitter siempre que pueden.

Movimiento #Aurelia

El desarrollo de la historia de Celia y Aurora fue creando proporcionalmente la aparición del movimiento #Aurelia (Palabra surgida de juntar Aurora y Celia). Pero, a medida que la trama avanzaba y que los problemas entre ellas aparecían, el Ejército de Aureliers vio cómo el personaje de Aurora desaparecía de la pantalla. Tal repercusión tuvo la marcha de Luz Valdenebro de la serie que se crearon hashtags diarios en las redes sociales pidiendo su vuelta a la ficción de Bambú. Nunca sabremos si su regreso tuvo que ver con el revuelo suscitado, pero lo cierto es que Aurora está de vuelta y su historia está más viva que nunca.

Celia y Aurora en una escena de la serie - Cultura en serie
A pesar de que cuentan con cientos de seguidores que las apoyan y que consideran a sus personajes los más ricos en matices de la serie, también existen detractores que no se sienten partidarios de ver la historia de amor de estas dos mujeres en televisión. Ya sea por la franja horaria, por el contexto histórico o tal vez por el hecho de que sea emitida en TVE –que parece que no puede emitir ciertas cosas por ser la pública- hay voces críticas capaces de decir que no debería continuarse con la historia de Aurelia.

De cualquier manera, lo que es cierto es que la homosexualidad no entiende de épocas ni de franjas televisivas. Y es que si algo han conseguido ambas actrices con sus soberbias interpretaciones, aparte de hacernos más entretenidas las tardes, es lograr que la homosexualidad, que en aquella época era impensable, sea considerada, al menos, como invisible. Y que en esta época lo que algunos piensen que se deba quedar en la invisibilidad, ahora sea reconocido y visible. Porque no existe una historia llevada a cabo con tanta dulzura, cariño y dedicación que la historia de Celia y Aurora. Y aunque haya críticos que quieran alzarse, solo por todo lo que han logrado suscitar a sus seguidores, deberían sentirse satisfechas. 

Tengo claro que si a los Aureliers les preguntaran qué piensan de esta historia, contestarían lo mismo que Celia le dijo a Francisca el día que supo que amaba a Aurora: “Bendita locura que nos hace felices”.

martes, 11 de septiembre de 2012

(X) 26. La cita

- O sea, que esto es un libro. 
- Sí, bueno, al menos la primera parte… La otra no sé, pero será cuestión de mirarlo, ¿no? 
- Claro… Después de desayunar iré a ver de qué se trata –Raquel carraspeó y se cruzó de brazos – Está bien, iremos. 
- Eso está mejor. 

Raquel y Silvia desayunaron en una exhalación, estaban demasiado ansiosas por ver qué decía ese libro y por seguir descubriendo lo que Ángela les quería contar. Fueron las primeras en terminar y, en cuanto pudieron, fueron corriendo a la biblioteca. De camino se encontraron con la directora. 

- ¿Se puede saber qué prisas son esas? –preguntó de mala gana. 
- Nada, nada. Solamente queríamos ir a la biblioteca –contestó Raquel. 
- Pues con tranquilidad, que a veces os tengo que reñir como si fuerais niñas de colegio – cogiendo del brazo a Silvia- Espera. Tú y yo tenemos que hablar. Luego te quiero en mi despacho. 

Silvia asintió y la directora las dejó marchar. Enseguida llegaron a la biblioteca. Se pararon ante la puerta y se miraron expectantes como decidiendo quién abriría y quién entraría primero. Se sonrieron y pasaron casi al mismo tiempo por la puerta. Rosa, la celadora que solía estar en el lugar, se quedó mirándolas atónita. 

Raquel se adentró en los pasillos de la biblioteca, se la conocía a la perfección y sabía exactamente en qué lugar estaba cada tipo de publicación o libro. Silvia la seguía de cerca mirando cada uno de los ejemplares que se apilaban majestuosos en los distintos estantes. Tardaron poco en llegar a la estantería con el número 528. 

Raquel seguía ensimismada en la búsqueda y pronto dio con el libro en cuestión. Al cogerlo se quedó mirándolo, el título le impactó. 

 - ¿Qué pasa? –preguntó Silvia. 
- Mira qué libro es –se lo tendió. Silvia lo cogió y vio que en letras doradas ponía: “Sagrada Biblia”. 
- Venga, ¿en serio? 
- Esto se está empezando a parecer al Código Da Vinci –y se echó a reír. 

Su carcajada fue reprimida rápidamente por Rosa con un chistido. Silvia cogió el libro y se sentó junto a Raquel en una mesa. 

- ¿Qué decía el resto del número? 
- Mmmm, DT28:20. 
- Entonces es que tenemos que buscar en los capítulos –empezó a mirar el índice- DT es Deuteronomio. 
- No pensaba que sería tan fácil –susurró. 
- Tampoco es que Ángela fuera una lumbrera para los enigmas –dijo mientras ojeaba entre las páginas buscando el capítulo adecuado. 
- Paz a los muertos –le regañó. 
- Sí, sí… que estamos ante la Biblia –contestó con una mueca. 

Raquel encontró el capítulo adecuado y luego se dispuso a hacerse con el versículo. Silvia estaba que se subía por las paredes y la instaba a que se diera prisa. Al fin dieron con el texto en cuestión y se encontraron lo siguiente: 

DEUTERONOMIO. Capítulo 28, versículo 20:
“Enviará el SEÑOR sobre ti maldición, confusión y censura en todo lo que emprendas, hasta que seas destruido y hasta que perezcas rápidamente, a causa de la maldad de tus hechos, porque me has abandonado”. 

Raquel y Silvia se miraron confundidas. La cosa se iba complicando por momentos.