jueves, 6 de septiembre de 2012

(X) 25. 528.21/DT28:20

Silvia cogió el papel y lo miró antes de abrirlo. Su nombre estaba escrito en el dorso de esa pequeña hoja. Estaba doblada varias veces de forma poco cuidadosa, como si lo hubieran hecho rápidamente. Fue desplegándola y la estiró esperándose una gran nota de despedida o algo similar. Pero no fue así. La hoja estaba en blanco, solo tenía una pequeña frase en la esquina inferior izquierda que decía así: 

528.21/DT28:20 

No había nada más. Le dio la vuelta a la hoja y no encontró nada, solamente su nombre, el cual se quedó mirando hasta que pudo reaccionar. Volvió a darle la vuelta para mirar aquellas letras y números agrupados. No le decían nada en concreto. Ni siquiera le sonaban. ¿Para qué Ángela le habría dejado esa nota? ¿Qué le estaba tratando de decir? El doctor Rivero se mantenía expectante a su lado esperando a que le dijera qué había en la nota. 

- ¿Y bien? –le preguntó presa de la curiosidad. 
- Mírelo usted mismo –le tendió la nota. 

El doctor la cogió y la tuvo varios minutos en su mano. Fruncía el ceño sin saber qué significaban aquellos números. Se frotó la cabeza y anduvo de un lado al otro intentando encontrarle alguna explicación a aquel enigma. 

- No entiendo nada. 
- Yo tampoco, doctor –decía desilusionada- ¿Para qué me habrá mandado esto? ¿Qué puede ser? 
- ¿Una contraseña? 
- ¿De dónde? Aquí no hay nada con contraseña… Es que no sé –movió la cabeza de un lado al otro. 
- No sé, Silvia, a mí todas estas cosas siempre se me han dado mal. 
- Pues a mí no me gustan los enigmas, nunca se me han dado bien. 
- Silvia –le dijo con suavidad- no te metas en más problemas… 
- Pero… 
- Pero nada. ¿No has aprendido la lección? 

Silvia asintió con tristeza. Le cogió el papel al doctor, lo miró por última vez y lo tiró a la papelera. El doctor le sonrió en señal de apoyo. 

- Has hecho lo correcto. 
- No lo sé, doctor… 

Aquella noche Silvia no bajó a cenar. No tenía el cuerpo para comer nada. Desde lo de la nota, se había quedado encerrada en su celda pensando en todo lo que podía significar. Aunque había tirado la hoja a la papelera, aquellos números se le habían grabado a fuego en la cabeza. 528.21/DT28:20. 

Intentaba averiguar de dónde podría sacar la respuesta. Este enigma no era como aquellos crucigramas que se encuentran en los periódicos, no se podían consultar las soluciones al final de la página. Apuntó el número en una hoja que había tomado de la enfermería y empezó a hacer sus cábalas intentando adivinar de dónde podría salir aquella clave. Estuvo pensando y pensando hasta bien entrada la madrugada, cuando finalmente le venció el sueño. 

A la mañana siguiente, Raquel esperaba a Silvia en la puerta del comedor. Le preocupaba que no la hubiera visto desde que el doctor Rivero las interrumpió en la enfermería. Cuando no la vio en la cena, pensó en ir a su celda a ver si le pasaba algo, pero quería darle su espacio. Entendía que todo lo ocurrido con Ángela y la reconciliación entre ambas habían sido muchas emociones para ella. Pero hoy quería comprobar que su amiga estaba bien, porque, a pesar de todo, sabía que algo ocurría. La forma en que el doctor Rivero entró en la enfermería no fue síntoma de normalidad. 

Silvia apareció por el pasillo y Raquel le sonrió desde la distancia. Su amiga no le devolvió la sonrisa con tanta calidez, pero correspondió el gesto a su manera. Raquel se dio cuenta de que venía cansada, las ojeras poblaban sus ojos y la preocupación estaba anidada en su rostro. 

- ¿Qué te pasó anoche? –le preguntó. 
- Nada, estaba cansada y no tenía hambre… -contestó con sequedad. 

Raquel la tomó del brazo antes de entrar al comedor y la apartó hacia un lado. Silvia abrió los ojos de sorpresa ante ese gesto de su amiga. 

- Por favor –dijo suavemente- no vuelvas a apartarme de tu lado. Sé que me ocultas algo y no quiero que me dejes en la inopia. Hay algo, así que compártelo conmigo. 
- Está bien –contestó tras unos instantes de reflexión- Tienes derecho a saberlo, pero promete que no me juzgarás… 
- Lo prometo. 

Silvia le tendió el papel y le explicó que esa frase era la que había en la nota de Ángela. También le explicó que había estado toda la noche intentando saber de dónde venía. Raquel la cogió y la leyó. En un segundo la miró y se echó a reír a carcajadas. 

- ¿Me estás diciendo que esto te ha tenido toda la noche en vela? –seguía riendo. 
- Sí, ¿por? –contestó molesta. 
- ¡Cómo se nota que no lees nada! –le dio un palo en el brazo- Niña, esto es de un libro de la biblioteca. ¿Ves? 528.21… esto es la nomenclatura de los libros que tenemos allí. 


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5 comentarios:

  1. Cachis!!! Pensé que ibas a dejarlo en suspenso e iba a decirte que eso tendría que ver con la biblioteca y que Raquel ayudaría a Silvia, pero ya de nada sirve mi inteligencia y mi perspicacia... xDDD

    A ver, ahora, a qué libro pertenece... y qué ha hecho Ángela... ¿dejar cosas dentro?¿subrayar palabras? ¡¡¡¿¿¿Y qué mensaje habrá???!!! O_O

    Miiiii gustaaaaa... =)

    Besitos ^^

    PD: Hay un pedazo de laísmo en el trozo que no veas... xDDD Me imagino que será influencia castellano-central xDDDDDDDDDDDD

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  2. Ahora tengo dudas de si es laísmo o no... xD Mierda de leísmos!!! ¬¬'

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  3. Jajajajajajajaja seguramente se me habrá colado un mega laísmo... No se puede escribir, leer cosas trascendentes y demás en tan poco tiempo!!! Voy a repasar, mierda xD

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  4. Tía, he dudado y creo que había dos... He retocado, pero no sé si eran esos o hay más :O Dios!!! Qué mal, no sé distinguir ya los laísmos!!! Quién soy, cómo me llamo? xDDDDDDDD

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  5. No, a ver... es que los leístas tenemos también problemas y a todo le ponemos "le" pero vaya...

    Cómo te entiendo con estas cosas... jajajajaja Perdemos la identidad, churri xDDDDD

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