jueves, 15 de diciembre de 2016

#Aurelia: El amor en los tiempos del cólera

No, no me ha dado ahora por parafrasear a grandes escritores. No, no voy a hacer un resumen o una crítica literaria sobre el libro de García Márquez. Simplemente me vuelvo a ver en la necesidad de recurrir a este blog para intentar mostrar mi opinión sobre cómo se puede trastocar una gran historia de ficción.

Hace unos meses escribía una entrada sobre el fenómeno #Aurelia y su repercusión en las redes sociales. Si bien entonces ponía por las nubes el acierto que había tenido Bambú Producciones y TVE a la hora de escoger una trama como ésta para una serie de época como es Seis Hermanas, ahora tengo que retirarle el mérito por los derroteros a los que la están llevando.

Antes de nada y sin ánimos de parecer demagoga, quiero aclarar que entiendo perfectamente que es una serie de televisión y que comprendo que los actores no tienen nada que ver en los caminos que guionistas, productores y demás encargados de las tramas deciden tomar. Pero lo que estamos presenciando desde hace unos meses con respecto a esta serie de televisión es totalmente incomprensible si miramos al pasado y analizamos los inicios.

En primer lugar, no puedo quedarme con ningún personaje de los que comenzaron. Y cuando digo quedarme me refiero a tenerle cierta simpatía. Bueno, miento, a Celia Silva se lo perdono todo (y Aurora Alarcón también), pero analizando desde fuera el resto del elenco, ninguno puede andar con la cabeza bien alta. Y eso que cuando comenzó la serie sentía predilección por Diana y Adela, pero es que hasta a ellas se las han cargado. El que no ha sido infiel, ha robado. El que no ha matado, ha engañado y se ha beneficiado. Las hermanas cada vez están más desunidas, apenas podemos verlas juntas y cuando las vemos, están discutiendo o hablando de nimiedades que nada tienen que ver con la fortaleza que, presumiblemente, tenían al principio. Los secundarios no se libran tampoco. Carlos se ha desdibujado, Raimundo ha caído en los malos hábitos, Rosalía ha perdido peso en la trama, Gabriel parece haberse convertido en protagonista (y eso que desde el principio me pareció el más prescindible), a Enrique se lo han cargado y Antonia está incompleta sin él... Y así podría estar hasta que se me acabaran las teclas. Pero para el colmo de males, la trama que más había conseguido captar mi atención se ha vuelto un esperpento por momentos. Ahora es cuando comenzamos lo interesante.

Celia cuida de Aurora en el hospital. Cultura en Serie
Una trama lésbica siempre es arriesgada, más aún cuando se te ocurre ambientarla en 1913 y la emites en la cadena pública con un gobierno de derechas. Entonces eres un crack del riesgo. Si coges a las chicas en cuestión y las dotas de una personalidad feminista y revolucionaria, además de otorgarles la bondad y la generosidad que las caracteriza, tienes un cóctel seguro para encandilar a la gente. Bien. Haces un personaje maravilloso como Celia, el cual piensas que jamás podrá estar con alguien tan increíble como ella y vas y te inventas una Aurora que, no sólo ilumina su penumbra después del revolcón Petrelia, sino que además le da una bocanada de aire fresco y le quita pudores. Las haces sufragistas, las haces luchadoras, las haces adorables y, claro, consigues que centenares de seguidores creen un batallón que iría hasta el fin del mundo comentando sus aventuras. Correcto. 

Y entonces llega un día y decides que les vas a quitar el buen rollo y coges a Aurora y se te ocurre inventarle una deuda familiar para que se escape a Cáceres y se case por obligación. Errorrrrrr. Bueno, no pasa nada, era lo que se estilaba en 1913. Lo entiendes, no protestas y sabes que es una trama difícil para Celia, pero guardas la esperanza.

Pasan dos meses arduos que te parecen años de lo que ves sufrir a Celia. Y finalmente vuelve, casada (y embarazada, toma ya) y supuestamente hetero. Vale, piensas de nuevo, está fingiendo, no se puede cambiar un sentimiento. Y lo aceptas porque ves ese brillo que te dice "tranqui, nena, esto va a cambiar". Y cambia, vuelves a ilusionarte, las ves felices y tú eres feliz. Entonces decides enrevesarlo más y haces aparecer al marido... Ok, no pasa nada, es cierto, en 1913 tienen la obligación de estar con su marido. Te inventas un follón de trama y, de la nada, la vuelves a hacer desaparecer, creando, en consecuencia, la desesperación de los aureliers... Vuelves a venirte abajo, pero recuerdas que si se fue una vez, volverá otra.

Y aquí es ya cuando empieza un poco el desastre. Aparece Velasco, un personaje que, en mi opinión surgió por si acaso y que se ha quedado ahí dando más coñazo que alegrías. Celia se encariña con él y se hacen super amiguis, hasta el punto que se confiesan sus condiciones sexuales. ¡Qué chachi! Así no se van a liar... Como es gay. Y entonces suspiras aliviada, aunque Aurora sigue sin aparecer... Y al tiempo, ocurre lo mejor, lo que llevabas esperando... Aurora is back. Y lo celebras como si te hubiera tocado el Gordo. Y te enteras de que Clemente está encerrado (ya te ha tocado la Euromillones) y piensas que al fin serán felices...

Pero de pronto surge la amistad con Marina y la unión mística de Celia y Velasco se intensifica. Te toca la moral, porque discuten más que se quieren, apenas se dan arrumacos y siempre están los superamigos en sus temas de conversaciones... La trama empieza a decaer, ya no hay rastro de sufragismo, ya apenas ves a Celia en clase, cosa curiosa teniendo en cuenta que es maestra y no detective, gracias. Aurora, en cambio, se convierte en adorabilidad en el hospital y sigues medio consolándote con la idea de que, al menos, están juntas y duermen en esa mini cama de Arganzuela.

Y entonces, para más Inri y por si echábamos de menos el tema Velasco, deciden casar a Celia con él. What? Vale, piensas, en 1914 (sí, ya ha pasado un año entre lío y lío), a veces se hacían matrimonios de conveniencia para tapar las condiciones sexuales. Pero ya te mosquea que la damnificada sea siempre Aurora y que Celia no repare en su dolor... Y cuando ya pensabas que te veías llamando a Celia señora de Velasco, parece que le llega el riego a quien le tiene que llegar y dan marcha atrás.

Vuelves a ver escenas cuquis y compruebas que Velasco sigue sin anillo de casado. Sonríes aliviada, pero vuelven los líos... Las pillan. Qué raro, ¿no? Si es que las cortinas son muy necesarias en esa casa y más si no quieren salir en periódicos. Las nenas deciden huir. Lo entiendo, son muchas las cosas que han pasado y piensan que en Argentina podrán vivir tranquilas lejos de miradas indiscretas. Errrrrrrrooooor de nuevo.

Y aquí es ya cuando piensas: que no, que no pueden meter la pata más, que las dejarán tranquilas... Será como Pepa y Silvia, ah no, que ahí muere una. Entonces será como Cristina e Isabel... Ah no, que ahí muere otra. Bueno, pues será como Ana y Teresa... Ah perdona, que ahí al final mueren las dos... Y ya empiezas a sudar porque tus temores se cumplen. Pasa un año y resulta que vuelven de Argentina porque Aurora ha contraído el cólera. Toma ya. Y claro, como en España la Sanidad está tan avanzada... pues deciden volver. Pero es que no contentos con ver a la pobre mujer sufrir, tenemos que hacerle creer que está así por haber elegido la decisión de ser feliz y vivir su amor con tranquilidad lejos de las miradas inquisitivas de la gente que las juzgó.

Y ahora me pregunto yo: ¿Qué mensaje pretendemos dar con esto? Puede que el final de Aurora no esté escrito y que finalmente no sea tan trágico como parece que va a ser, pero lo que están dando a entender con esta serie no está siendo precisamente un ejemplo a seguir. Por un lado tenemos a dos personajes luchadores, que se aman, que no han sido nunca infieles la una a la otra, que siempre han estado apoyándose, que son un ejemplo de cómo superar los obstáculos y que, además, otorgan visibilidad al colectivo LGTB y vamos y nos los cargamos. Y luego están personajes como, por ejemplo Salvador y Diana, que han tenido mil follones, que él ha sido infiel, que ella lo ha dejado de lado una y otra vez por la fábrica, que sí, se aman todo lo que tú quieras, pero siempre están a la greña... y les dejamos juntitos y con su prole. Maravilloso.

Sinceramente, hace tiempo venía observando que la serie estaba cayendo en audiencia y me resistía a creer que podía perderse de tal manera, pero es obvio que los guionistas no han sabido aprovechar el producto que tenían. El fiel reflejo de esta teoría es el tratamiento que le están dando a la trama Aurelia, que cada día se parece menos a lo que comenzó siendo. 

Por lo pronto, he decidido plantarme y me niego a ver el final de un personaje como el de Aurora, alguien por el que sentía una gran admiración solamente ampliable a la actriz que la interpreta (Luz, te queremos). Voy a coger YouTube y voy a empezar a ver en bucle los inicios de esta historia. Unos inicios en el que la esencia de estos personajes estaba intacta: las miradas hablaban, las sonrisas llenaban y solo con unos gestos podías estar viviendo feliz todo el día. Me voy allá donde el cólera sigue en Argentina y donde el amor sigue siendo puro.